Samir Flores Soberanes, quien lucha por la vida nunca muere
Foto: PBI México
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El sol del mediodía arde implacable en el pequeño patio de Santa María Mixtequilla (SMM), estado de Oaxaca, donde se encuentran reunidas unas 50 personas. Algunas mujeres intentan refrescarse con abanicos de papel, mientras los hombres llevan grandes sombreros para aliviar el calor del Istmo. Un anciano, de pie, habla con decisión mientras la multitud apoya sus palabras con imperceptibles movimientos de cabeza: “quieren pagarnos por un metro de tierra lo que vale un kilo de tortillas”.
En México, al igual que en el resto de la región y en gran parte del planeta, la lucha por los derechos de los pueblos indígenas, la tierra, el territorio y un medioambiente sano se ha convertido en una de las reivindicaciones más extendidas y, por desgracia, con mayores riesgos para las personas, organizaciones y comunidades que las llevan a cabo. Esto se debe a una multitud de factores, desde los intereses políticos y económicos que afectan hasta la falta de perspectivas comunitarias e interseccionales a la hora de garantizar su protección, seguridad y legítima labor que desempeñan.
“Frente a la desmemoria, que contribuye a la opresión y marginación, se reivindica el arma de la memoria. La memoria es fundamental en la vida de los pueblos, ya que evita que caigamos en el olvido de nosotros. A través de la memoria se le da sentido y, por lo tanto, estabilidad a la existencia humana. En la memoria la tierra es mucho más que un espacio productivo, ya que está llena de símbolos y referencias entrañables, por eso los viejos de Temoac exclaman con vehemencia ‘esta tierra costó sangre’ en referencia a la gesta zapatista ‘y por eso no se vende’.
El pasado enero del presente año, Brigadas Internacionales de Paz, acompañó al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua, Morelos Puebla y Tlaxcala (FPDTA-MPT), en el encuentro nacional de radios comunitarias en la defensa del Territorio y la Vida, llevado a cabo en el Valle de Tehuacán, Puebla. Allí, tuvimos la oportunidad de conocer divergentes medios alternativos de comunicación “Voces de la Resistencia” que utilizan su voz para promover la cultura, las tradiciones, la unión de las comunidades indígenas y el derecho a la libertad de expresión.
Inmersa en lo profundo de las montañas de la Sierra Madre Occidental, en el noreste de México, se encuentra la comunidad rarámuri de Choréachi, ubicada en el municipio de Guadalupe y Calvo, a más de 16 horas de camino desde la ciudad de Chihuahua. Choréachi está ubicada entre los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua, en una zona rocosa y montañosa con vías de terracería de difícil y peligroso acceso.
El día 10 de marzo de 2021, PBI-Canadá y Amnistía Internacional organizaron un encuentro virtual para Isela González de Alianza Sierra Madre A.C.
El 9 de agosto pasado se celebró el día internacional de los pueblos indígenas bajo el tema “COVID-19 y la resiliencia de los pueblos indígenas”, reconociendo el esfuerzo de las comunidades indígenas de buscar sus propias soluciones a la pandemia a través de conocimientos y prácticas tradicionales.1 Según la ONU, los pueblos indígenas pueden enseñarnos cómo reducir el riesgo de futuras pandemias y reequilibrar nuestra relación con la naturaleza ya que sus territorios albergan el 80% de la biodiversidad del
“Nos oponemos al desarrollo que reduce nuestros bosques, que acaba con nuestras tierras” (…) Con la pandemia tendremos que vivir el resto de nuestras vidas”.
Jorge Sibas, dirigente del pueblo Brörán y defensor costarricense.
(El siguiente texto es un extracto de un Briefing Conjunto elaborado entre PBI-México y el Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan”, circulado con el cuerpo diplomático)